No por ser una situación cotidiana debe dejar de ser denunciada.
Es común desde hace ya algunos meses pasear por el barrio de la Madalena de Zaragoza y encontrarse con una furgoneta, al menos, de la Policía Nacional, apostada en plena Plaza de la Madalena. Zona peatonal, por cierto.
Además de la continua presencia de Policía Local y policías de paisano, redadas en bares y requerimientos administrativos en centros sociales y locales alternativos, ahora parece que la furgoneta policial ya es un elemento más del paisaje del Casco Histórico zaragozano.
Ayer, la primera vez que me requerían (otras veces he pasado mirando para otro lado y no me han parado), me chocaron varios asuntos:
a) Solo pedían la documentación a los jóvenes con estética diferente. A la gente «normal» no les requerían.
b) La primera pregunta que nos hicieron fue «¿Vivís por aquí?»
c) A la hora de cachearme y pedirme que sacara lo que llevaba en los bolsillos, me escondieron detrás de la furgoneta, supongo que para evitar que los viandantes vean ese tipo de abusos de poder.
d) Ante la pregunta de «¿Por qué se efectuan estas intervenciones?», la respuesta policial fue «Rutinaria».
e) Uno de los policías insistía en demandarme «¿Has sido detenido alguna vez?»
Ante estos detalles, desde mi particular punto de vista como ciudadano de a pie, intuyo una práctica policial cotidiana que consiste, básicamente, en elaborar un archivo completo de las personas susceptibles de participar en movimientos políticos o culturales, así como conocer dónde viven y qué llevan encima cuando van por la Madalena.
Ni era un control por drogas ni se había producido ningún delito en la zona.
Frente a ello, una vez más, un sector cada vez más amplio de la sociedad exigimos la dimisión de Javier Ferrández, delegado del Gobierno en Aragón, así como una explicación de qué se pretende con estas actuaciones. En definitiva, solicitamos la inmediata destrucción del archivo político-social (que recuerda a otras dictaduras,…).
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