O colectibo alternativo KALA de l’Almozara truca o ficazio sobre as inconsistenzias d’o proyeuto d’a Expo de Zaragoza y sobre a reyalidat d’ixe bico obrero y tranquilo.
La Expo traerá consigo muchos cambios para nuestra ciudad y nuestro barrio. Nos dicen que dinamizará la economía de la zona, que creará abundantes puestos de trabajo, que revalorizará nuestras propiedades y que mejorará las comunicaciones y los accesos al barrio de La Almozara.
Pero hay otras cosas que no se dicen tan abiertamente, como que destruirá los terrenos verdes de la avenida Francia para construir nuevos edificios, entre ellos un hotel; o que el soto ribereño, con la excusa de ser una zona marginal y poco segura, será arrasado e inundado por el recrecimiento del río Ebro artificial que se incluye en el proyecto. Pocas ciudades tan grandes como Zaragoza conservan hoy en día una ribera silvestre. Creemos que la mejora de la zona no pasa por su inundación y su conversión en un complejo recreativo con barcas de pago, sino por su recuperación como parte integrada del barrio y de la ciudad, y de acceso libre y público para todas las personas.
El meandro de Ranillas es una formación natural y agrícola única en la ribera del Ebro desde que pasa por Zaragoza hasta que desemboca en el mar. La fertilidad de las tierras y el trabajo de muchas generaciones mantiene en estos terrenos urbanos una de las expresiones de la cultura del agua: la huerta; y conserva un bosque con una variadísima fauna y flora que se extiende también por el Soto al otro lado del río, y hasta la zona rural de Juslibol y los galachos. Parte de esto va a ser destruido.
A cambio, hay promesas de construir un gran pasillo verde desde el Portillo hasta Ranillas, pasando por la Intermodal y por supuesto, trastocando de nuevo la vida de l=s almozareñ=s. ¿Para mejorar nuestro entorno es necesario montar una exposición brutal que atraerá a inversores y turistas desde el infinito y más allá? ¿Es así como se hace una ciudad sostenible, quitando de las manos la posibilidad de construirla a quienes en ella vivien y dándosela a intereses ajenos? Eso se llama expolio.
El concepto de ciudad sostenible es ya espeluznante. Consiste en ver si somos capaces de sostener con fe y trabajo todo lo que nos viene encima, como si fuera irremediable y totalmente necesario que Zaragoza sea cada vez más grande, con cada vez más cinturones y barrios periféricos, con más plazas hoteleras, más carriles, edificios más altos, más oferta de ocio. Más gris y menos verde.
Nos endulza pensar que el piso que hace años compramos por 20 milloncejos de ná, se prevé que el año que viene alcanzará los 60 millonazos. El día en que Zaragoza fue elegida como sede de la Expo 2008, los pisos de La Almozara aumentaron al menos en un 25% su precio de venta en el mercado. No se les introdujo ninguna mejora; sólo por su proximidad geográfica a los terrenos de la futura exposición algunos inmuebles fueron capaces de duplicar sus precios.
No nos dicen que los beneficios del turismo y del comercio irán a parar a l=s empresari=s, y que l=s vecin=s sólo notaremos cómo circulan cada vez más coches y autobuses por nuestras calles y cómo la vida se encarece y se hace más estresante, al igual que evitan decir qué pasará con Zaragoza y con las instalaciones de la Expo cuando ésta finalice. Los dos ejemplos más recientes de esta Exposición Universal en la península son Sevilla y Lisboa, y el panorama es desolador. En Sevilla (sede de la Expo de 1992), la empresa Agesa, controlada por el PP y encargada de gestionar el patrimonio estatal de la Expo se da cabezazos para recuperar el dinero invertido. Una iniciativa popular trata de salvar de la ruina otros espacios como el espléndido jardín tropical americano y otros pabellones, mientras en algún lugar de la Cartuja sevillana sigue cubriéndose de polvo un costosísimo planetario.
El recurso del engaño patriótico suele resultar efectivo en estos casos: “Zaragoza será conocida en todo el mundo y ocupará su hueco en la historia, etc, etc…”. La idea de ser ‘más’ cabalga incesante: Zaragoza cada vez más grande, más turística, más exportadora, más capital que nunca de Aragón. ¿Y dónde queda el ser más íntima, más cercana, más para vivirla cada día?
El barrio de La Almozara ha sido siempre un barrio obrero y tranquilo con positivas relaciones sociales entre sus vecinos y muy condicionado por sus barreras urbanas y naturales que nos han separado y nos separan de otros barrios como el Actur y las Delicias. Aprovechándose de esa sensación de abandono que sienten algunos de l=s que aquí vivimos, también nos dicen que por fin se va a modernizar el barrio y a invertir en él como se merece. Pero ¿podemos esperar eso de los políticos y empresarios que tras ponernos en los morros la estación Intermodal no se les ocurrió en su momento hacer un acceso para La Almozara?
No queremos inmovilismo y dejadez, pero tampoco dejar vender nuestro barrio y nuestra ciudad a un megaproyecto ante el que nuestros ojos sólo pueden ser observadores y nuestras manos aplaudir el espectáculo.
KALA – Kolectivo Alternativo de La Almozara
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